PREVENCIÓN Y DIAGNÓSTICO DE TRASTORNOS DE ALIMENTACIÓN

Después de algunas conversaciones con padresy madres sobre los problemas de conducta de sus hijos en relación con la comida, le hemos hecho algunas preguntas a nuestra colaboradora Mª Victoria Sánchez López, especialista en Psicología Clínica, para publicar un post sobre el tema. Una vez más, es un placer darle la bienvenida a bordo y poner algo de luz en este complejo tema.

¿Qué deben saber padres y profesores sobre los trastornos de conducta alimentaria en los niños? 

Son muchas las formas en las que un niño o adolescente puede expresar malestar, una de ellas son las alteraciones de la conducta alimentaria. Entendiendo los hábitos alimentarios como un reflejo de las necesidades afectivas y de la situación mental de la persona, podemos entender que la relación entre alimentación y estado de ánimo es muy estrecha.

Es importante tener presente que son trastornos que implican todas las facetas de la persona, desde lo individual: autoimagen y capacidad para conocer las propias necesidades, a lo relacional: contexto familiar, educativo, social y comunitario. Así, se pueden conceptualizar como una alteración en la forma de relacionarnos con nosotros mismos y los demás.

Entre los factores individuales asociados encontramos la pubertad (inseguridad ante los cambios físicos y psíquicos), los primeros contactos sexuales, el perfeccionismo, la impulsividad,  la insatisfacción corporal, críticas sobre el cuerpo, aislamiento social, falta de asertividad  y baja autoestima, la inestabilidad emocional, separaciones y pérdidas y acontecimientos vitales.

Desde un punto de vista social, la publicidad y medios de comunicación promueven, en su mayoría, cuerpos y figuras extremadamente delgados que, mediante la repetición, acaban convirtiéndose en ideales de belleza. Su influencia es aún mayor en los menores al ser un colectivo más vulnerable, por estar conformándose su personalidad, imagen y valores. Pueden llevar a un nivel de exigencia y perfeccionismo inalcanzable asociado a un alto nivel de insatisfacción personal.

Por otro lado, no hay que olvidar la relación entre género y alimentación ya que ser mujer implica una exigencia social distinta en relación a la imagen corporal.

  • Existen características familiares asociadas a la aparición de los TCA, entre ellas encontramos: – Falta de comunicación  – Baja resolución de conflictos – Sobreprotección – Rigidez o mezcla de roles familiares – Preocupación excesiva de los padres por la imagen – Tener familiares con trastorno afectivo, adicciones o trastornos de la ingesta.
  • En muchas ocasiones hay una relación entre atracones y estrés, como forma disfuncional de gestionar la ansiedad

Haciendo un análisis profundo, más allá de la relación de estos trastornos con el aspecto físico, hay que tener presente que los niños son especialmente vulnerables a este tipo de problemáticas, ya que por un lado no disponen de tantas herramientas para gestionar el estrés, y muchas veces no han desarrollado una actitud crítica hacia los valores estéticos dominantes, lo que puede repercutir en la confianza en ellos mismos.

Es responsabilidad de los adultos que les rodean generar un apego seguro que les permita gestionar las críticas sin que esto hiera su autoconcepto. Si lo que rodea a un niño es tranquilidad, seguridad y valía, el impacto de juicios sociales será mucho menor.

Ahora bien, si se da la circunstancia de que un menor es expuesto a críticas y exigencias continuadas, en un clima social de culto al cuerpo, y no tiene un sostén por parte de los adultos de su entorno, la repercusión en su identidad llevará seguramente asociado un trastorno emocional. eyes-730749_640

SIGNOS DE ALARMA

Hay distintos indicadores que pueden indicar que un menor presenta un trastorno de la conducta alimentaria. Estos indicadores deberían alertar a los adultos para que puedan valorarlo y buscar las soluciones necesarias, en caso de que la alarma sea justificada.

  • Signos físicos:
    • Pérdida de peso de origen desconocido. • Fallo en el crecimiento normal para su edad y peso. • Complicaciones médicas por ejercicio físico abusivo. • En mujeres, irregularidades de la menstruación y/o amenorrea. • Osteoporosis. • Hirsutismo o lanugo. • Hipertrofia parotidea. • Anomalías dentarias. • Callosidades en los nudillos de las manos.
  • Signos conductuales:
    • Desaparecer después de las comidas y encerrarse en el baño. • Creciente interés por temas gastronómicos, ropa y modas. • Tendencia a ocultar ciertas partes del cuerpo con la ropa. • Evitación de alguna comida o alimentos de forma frecuente. • Aislamiento social. • Aumento de actividades “útiles” y horas de estudio.
  • Signos psicológicos:
    • Obsesión con el peso y la figura. • Distorsión severa de la imagen corporal. • Perfeccionismo e insatisfacción. • Inestabilidad emocional. • Baja autoestima. • Impulsividad.

GUÍA PARA PADRES Y DOCENTES 

  • Hay una serie de cuestiones que pueden facilitar que los menores se encuentren mejor con ellos mismos, podemos destacar: – Amor y confianza incondicional para la creación de un apego seguro – contar con espacios de ocio y disfrute, compartir – mostrarse disponible a escucharles acerca de sus preocupaciones, a poder hablar con naturalidad sin juzgar. Ser un referente para ellos. – ayudar a desarrollar el sentido crítico con los valores estéticos imperantes: publicidad y medios de comunicación – contribuir a impulsar la iniciativa personal y la creatividad al afrontar los problemas. – favorecer la autonomía y la asertividad para mantener su opinión y valores ante la presión grupal – favorecer las habilidades sociales y vocacionales: consolidar valores que favorezcan el conocimiento y aceptación del propio cuerpo y de los otros, la libertad personal, la responsabilidad, la autoestima, la tolerancia, la igualdad, el respeto de las diferencias, la solidaridad, la justicia, el espíritu crítico, resolución pacífica de conflictos personales, familiares y sociales y la madurez.  – clima familiar de seguridad: no sobreproteger, ni reglas rígidas ni altas expectativas – ayudar al niño a detectar sus necesidades – facilitar la expresión emocional, a través de medios verbales y no verbales (ej: juego, artes plásticas…) – regulación emocional: impulsividad, tolerancia a la frustración (ej: mindfulness)

¿Cuándo pedir ayuda profesional?

Si desde el entorno escolar o familiar se detecta que puede haber algún problema de conducta alimentaria en el niño es importante no dejar pasar el tiempo y solicitar ayuda lo antes posible. La anorexia o la bulimia no son problemas únicamente de alimentación sino de la forma en que el niño se valora y percibe a sí mismo y su forma de afrontar la vida, y es necesario que un psicólogo clínico valore la necesidad de realizar una intervención psicoterapéutica.

El tratamiento psicoterapéutico, desde una relación de confianza permitirá generar un espacio de escucha, donde ayudar al niño y la familia a expresarse, poner palabras, pensar sobre lo que ocurre, elaborar y entender para poder flexibilizar la auto-exigencia y el perfeccionismo, disminuir la sintomatología asociada y mejorar el bienestar individual y familiar.

AutoraMª Victoria Sánchez López, Psicóloga, especialista en Psicología Clínica, en Grupo Laberinto.

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