Cuidado con el lobo

¿Os acordáis? Cuando éramos niños, esta era la expresión a menudo utilizada por nuestros padres para que fuéramos conscientes de que algo podía salir mal. Otra cosa que solíamos escuchar a continuación solía ser «… y no me digas que no te lo advertí». Esto significaba que los adultos estaban tratando de impedir que nos metiéramos en problemas.

A menudo trepábamos a los árboles más alto de lo que debíamos, o chuleábamos en nuestras bicicletas de pie sobre el sillín… pero sabíamos que el lobo siempre podía aparecer. Aplicando la ficción a la vida real; los cuentos daban sentido a nuestro mundo, nuestra realidad. El hecho de que pudiéramos imaginar a una niña adentrándose «en el bosque» rodeada de todos esos árboles y mucho misterio, y que algo tan natural como ir a visitar a la Abuelita pudiera convertirse en la peor pesadilla, nos daba el marco perfecto para entender las preocupaciones de nuestros adultos de que algo que veíamos como seguro desde nuestra perspectiva, no lo era tanto desde la suya.

Nunca nos preguntamos qué estaba haciendo la Abuelita en una casa en medio de la nada, o cómo era posible que Caperucita Roja no reconociera inmediatamente al lobo; pero entendíamos que nuestros padres querían protegernos; tal vez de un hombre que pudiera ofrecer caramelos en el camino del cole a casa. Ellos querían que fuéramos conscientes de que algunas cosas en la vida real no son lo que parecen. Como el Leñador, nuestros adultos sabían por experiencia que había que ser cautos; no hablar con extraños o cruzar la calle sin mirar; pero sobre todo, nunca abrir la puerta de casa sin preguntar y confirmar quién estaba fuera; querían enseñarnos actitudes preventivas para la vida.

Ahora todo ha cambiado, el mundo digital puede ser más peligroso que el real, y también tenemos que considerar cómo hacer que nuestros hijos tengan “cuidado con otros lobos» y se mantengan a salvo en el mundo líquido actual, en el que el uso de las nuevas tecnologías y sus peligros proliferan vertiginosamente. El problema es que hoy en día los adultos parecen no entender el hecho de que el lobo se ha convertido en un compañero diario más amigable; móviles, tablets, juegos online, etc. De hecho, nos exponemos abriendo las puertas de casa más que nunca, con casi un 50% de adultos que han utilizado sus dispositivos para compartir o recibir mensajes íntimos (Sexting), fotos personales de alguien (incluyendo a sus propios hijos menores de edad); compartimos contraseñas, cuentas de correo electrónico y datos bancarios.

Regañamos a nuestros hijos por pasar demasiado tiempo con estos dispositivos, pero damos un mal ejemplo, ya que nosotros mismos pasamos mucho tiempo utilizándolos; les decimos que dejen la tablet y salgan a jugar, mientras contestamos e-mails durante la cena; y por supuesto los niños no compran estos productos, nosotros lo hacemos!. Desde que tienen 10 años, los niños están haciendo un uso prematuro de estas tecnologías, utilizando conocidas aplicaciones para enviar insultos y descalificar a sus propios compañeros, mostrando faltas de empatía y despreocupación por los demás.

Incluso tenemos nuevos términos para referirnos a los problemas que surgen de las conductas expresadas anteriormente. Phubbing, prestar más atención a la esfera virtual, y olvidarse de la persona con la que estamos físicamente. La ya conocida Tenosinovitis ha pasado a tener una variante “whatsappitis” causada por el envío compulsivo y continuado de mensajes de texto, que ya se ha diagnosticado y se considera una enfermedad emergente. Grooming, cuando los adultos utilizan Internet para establecer una relación virtual íntima con menores de edad y más tarde utilizarla como base de chantaje y extorsión para obtener pornografía infantil.

El hecho es que los padres generalmente no tienen idea de lo peligrosa que puede ser la tecnología, y no parecen conocer las políticas legales internas para el uso de estas aplicaciones. Por ejemplo, ningún menor de dieciséis años debe tener WhatsApp instalado en su teléfono móvil, y no se le debe permitir subir videos de YouTube hasta que tienen catorce, o tener una cuenta de Facebook hasta los trece. Pero sobre todo, el uso que los niños hacen de Internet debería estar supervisado por los adultos, en todo momento.

Hoy en día, más del 90% de los adolescentes se conecta a Internet a diario, y tres de cada cuatro, durante más de dos horas al día. La historia ha cambiado, Internet está llena de lobos y la Caperucita Roja está en riesgo, aún más que antes. Pero ¿dónde está el Leñador ahora? Nos corresponde a nosotros asumir el papel del Leñador y mantenerlos a salvo.

Es nuestra responsabilidad estar alerta y tener “Cuidado con estos lobos”!

Autor: Dr. Gonzalo Torquemada

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